viernes, 3 de abril de 2015

Tic, tac... Tic, tac...

Impávida como un árbol de raíces bien firmes, la abuela estaba evidentemente desmejorada. Los años parecían desplomarse sobre ella como metal fundido, y estaba allí, vulnerable, impotente, en el otoño de su vida, como un niño de cinco o seis años, tan incapaz de comprender... Ya nada era igual para ella, a pesar de que todo seguía siendo igual a su alrededor: salvo su edad.



© Ana Belén Moreno Mena.                                                    
© Jose Antonio Moreno Mena.


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