Impávida como un árbol de raíces bien firmes, la abuela
estaba evidentemente desmejorada. Los años parecían desplomarse sobre ella como
metal fundido, y estaba allí, vulnerable, impotente, en el otoño de su vida,
como un niño de cinco o seis años, tan incapaz de comprender... Ya nada era
igual para ella, a pesar de que todo seguía siendo igual a su alrededor: salvo
su edad.
© Ana Belén Moreno Mena.
© Jose Antonio Moreno Mena.
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